martes, 4 de febrero de 2020

¿QUÉ ES LA ATENCIÓN? Tipos, alteraciones e intervención

Buscando la definición de esta palabra en los diccionarios, encontramos múltiples significados que hacen del mismo un complejo concepto que puede complicarnos su comprensión. Sin embargo, de una forma sencilla y “cognitivamente” hablando, podemos decir que la atención es aquel proceso que nos permite centrarnos en una información determinada, ya sea un elemento o una tarea, facilitandonos su comprensión o realización, respectivamente. En resumidas palabras, la “atención” es (o debería ser) el paso previo a la “acción”.


No obstante, esta definición general va a derivar en múltiples definiciones cuando tratamos de comprender los diferentes tipos de atención (como proceso cognitivo) que existen.


Un primer tipo de atención es aquella que está íntimamente ligada a la concentración y la vigilancia, la cual se denomina como atención sostenida. Este tipo de atención implica mantener el foco de alerta consciente durante un tiempo relativamente largo.


Cuando nos encontramos ante diferentes estímulos a los que prestar atención, pueden darse dos situaciones, por lo que encontraremos dos modalidades de atención. Un primer caso haría referencia a la atención selectiva, en la que tendríamos como objetivo centrarnos en un solo estímulo del entorno, ignorando el resto, como por ejemplo en una fiesta en la que habiendo música, tratamos de mantener una conversación, efecto conocido con el término “cocktail-party”. Por el contrario, podría suceder que fuera necesario atender a dos tipos de información a la vez, por lo que tendríamos que optar por utilizar nuestra atención dividida, para poder realizar dos tareas de forma simultánea con el mayor éxito posible. Un ejemplo de esta situación podría ser conducir y mantener una conversación con los acompañantes del coche, donde debemos estar atentos a nuestra propia ejecución, así como a la conversación, para poder dar una respuesta con sentido.


Al tratar de definir las posibles alteraciones de la atención, podemos encontrar diferentes clasificaciones, aunque en general, todas éstas van a estar definidas dentro de una “línea continua” entre una ausencia total (aprosexia) y un capacidad de atención aumentada (hiperprosexia).

Próximo a la ausencia total de atención, podemos encontrar un estado caracterizado por continuas distracciones y por una fatiga (cognitiva) excesiva ante tareas que requieren atención. Aquí es donde situamos alguno de los trastornos atencionales más frecuentes, y no sólo entre los más pequeños de la casa, el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y, en combinación con rasgos de impulsividad o inquietud, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).



Centrándonos en el TDAH, encontramos que para ponerle solución a estas alteraciones, es frecuente recurrir a tratamientos farmacológicos. Sin embargo, también es importante educar a quienes lo padecen, haciéndoles conocedores de qué les sucede y tratando de reducir y modificar las interferencias con el día a día y el malestar que éstas pueden provocar. Además, si lo combinamos con técnicas de relajación, conseguimos reducir la ansiedad asociada a las dificultades de la vida cotidiana.

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