Todos recordamos alguna ocasión en la que cuando éramos niños, nos castigaron nuestros
padres, ahora os pido que reflexionéis ¿Qué sentimientos os vienen a la cabeza? ¿Ayudó a que
cambiarais algo?
Partamos desde la mente del niño. No hay nada mejor que saber entender la mente de ellos
para poder actuar de manera correcta.
El castigo es una de las herramientas más utilizadas en la educación. En principio, parece una
buena opción a la hora corregir al niño y ponerle límites para conseguir un cambio de su
conducta, sin embargo, tras múltiples estudios, queda demostrado que es inefectivo e incluso
puede ser perjudicial, y aún más si se hace para imponer temor.
Vemos de manera clara que después del castigo hay una consecuencia, pero no hay nada más detrás. Los castigos carecen de aprendizaje, significado y valores.
Todo esto no quita que cuando los niños hacen algo mal, actuemos como si nada y miraremos a otro lado. Debemos basar el aprendizaje en una disciplina positiva y en la conversación.
Irene Moreno