miércoles, 31 de octubre de 2018

INTELIGENCIA EMOCIONAL: ¿Cómo puedo gestionar mis emociones?


Una vez más estamos por aquí un miércoles y esta vez para explicar, acorde al post de hace unas semanas sobre la ansiedad y rescatando el post que nuestra compañera Ana Madueño publicó hace unos años, qué son las emociones y cuáles son las emociones básicas para después adentrarnos en un concepto que seguro que muchos ya conocéis o habréis oído hablar: la inteligencia emocional.

Entonces, ¿qué se entiende por emoción?, ¿cuál es la diferencia principal entre emoción y sentimiento? Bien pues, llamamos emoción a esa respuesta del cuerpo automática ante algo que se nos presenta o una situación, por ejemplo cuando vemos una araña y sentimos miedo o asco. Por otro lado, los sentimientos son similares a las emociones, son una respuesta automática ante una situación pero que incluyen la evaluación consciente que hacemos de esa experiencia; es decir, incluye la capacidad de pensar y reflexionar conscientemente sobre lo que se siente siendo ambos inseparables: donde haya una emoción, encontraremos siempre un sentimiento (o varios).

Las emociones las podemos clasificar en: emociones básicas o primarias y emociones secundarias. Las primeras son esas emociones que tenemos de manera innata todas las personas vivamos donde vivamos y sean cuales sean las experiencias que hemos vivido, mientras que las secundarias van a depender de ese ambiente en el que nos hemos desarrollado y hemos crecido, del aprendizaje y de la cultura de las personas como son la vergüenza, la envidia, el orgullo, la satisfacción, entre otras.
Asimismo, las emociones las clasificamos en positivas y en negativas, pensando en si son emociones agradables o desagradables de sentir. Esto no significa que las emociones sean buenas o malas ya que, como mencionamos en el post sobre ansiedad, toda emoción tiene su función y nos ayudan a adaptarnos a nuestro entorno siendo como una alarma que nos señala lo que debemos evitar o sobre lo que debemos reflexionar y a lo que debemos acercarnos. Teniendo esto claro, ¿para qué puede servir la tristeza?, ¿y la ira?

Popularmente, y según las investigaciones de Paul Ekman (1972), las emociones básicas comunes en todas las personas son:
-       Alegría: nos ayuda a tener un estado de ánimo positivo para crear y mantener relaciones con los demás.
-       Tristeza: gracias a la función social que tienen las emociones, la tristeza permite que la gente de nuestro alrededor sepa que estamos tristes para así que puedan venir a ayudarnos y consolarnos. Además, estar tristes nos permite reflexionar sobre la pérdida que hayamos tenido y la situación, pudiendo recolocar en nuestra cabeza los acontecimientos y seguir adelante.
-       Ira: la emoción de ira nos otorga la energía necesaria para defender nuestros derechos ante una situación injusta. Por ejemplo, si nos han puesto menos nota en un examen o nuestro jefe nos dice algo que nos parece que está equivocado, es la emoción de ira o enfado la que nos va a permitir reclamar lo que es nuestro. Asimismo, en caso de necesitar atacar porque nuestra vida o integridad se vea amenazada, también nos dará esa energía o activación que necesitamos para ello.

-       Miedo: nos moviliza ante un peligro para nuestra supervivencia.
-       Asco: esta emoción nos produce rechazo hacia lo que tenemos delante, ayudándonos por ejemplo ante estímulos dañinos para nuestra salud.
-       Sorpresa: nos orienta hacia una nueva situación.

Es por esto que debemos saber y tener en cuenta que las emociones nos permiten flexibilizar nuestra interpretación de la situación y los acontecimientos, así como elegir la elección más adecuada en cada momento, siendo muy importante la identificación, comprensión y regulación de las emociones para una mejor toma de decisiones.

Y bien, ¿qué es entonces la inteligencia emocional? Históricamente se le ha dado mucha importancia a la inteligencia y al cociente intelectual, dejando aparte y considerando a las emociones como una señal de debilidad. Actualmente se sabe que somos más eficaces en la toma de decisiones si tenemos en cuenta las emociones que nos hace sentir esa situación o decisión y, tal como dijo Daniel Goleman (1995) en su famoso libro Inteligencia Emocional, el cociente emocional es igual de importante que el cociente intelectual para un mayor éxito en la vida.
Salovey y Mayer (1990) definieron la Inteligencia Emocional como: “La habilidad para controlar las emociones y sentimientos propios y de los otros, discriminar entre ellos y usar esa información para guiar el pensamiento y las acciones.” Según estos autores, la inteligencia emocional está formada por estas cuatro capacidades o ramas:
-       Percepción emocional: habilidad para percibir las emociones tanto en nosotros mismos como en los demás.
-       Facilitación emocional: teniendo en cuenta que las emociones dirigen nuestros pensamientos hacia la información relevante, es la habilidad de utilizar nuestros estados emocionales para que nos ayuden en la toma de decisiones de manera adecuada, además de conocer qué estado emocional nos va a facilitar el abordaje de los problemas; por ejemplo cuando la alegría nos facilita la creatividad.
-       Comprensión emocional: habilidad para etiquetar las emociones y reconocer las relaciones entre ellas; de comprender sentimientos simultáneos tanto en nosotros mismos como en los demás.
-       Regulación emocional: habilidad de estar abierto a los sentimientos, tanto placenteros como displacenteros, así como la habilidad de gestionar las emociones propias y ajenas moderando las emociones negativas y aumentando las positivas sin reprimir o exagerar la información que aportan.
Estas habilidades son entrenables y podremos aprender a gestionar nuestras emociones. Debemos tener en cuenta que las emociones surgen de nuestros pensamientos, aunque cuenten con una situación externa, por lo que es posible tener algo de control sobre ellas. ¿Cómo podemos tener una mejor gestión de nuestras emociones? Modificando nuestros pensamientos que las generan como “todo me sale mal” por otros más constructivos y realistas.
Aquí os proponemos algunas directrices para gestionar esas emociones que nos generan malestar:
-       No quedarse anclado en lo negativo, abrir el foco de atención a otros acontecimientos más positivos y, si no es suficiente, cambiar nuestro foco de atención haciendo otra cosa.

Aceptar todas las emociones, tanto las negativas como las positivas. Tal y como hemos explicado, todas las emociones sirven para algo y son una alarma que nos dicen que algo
-       está pasando, debemos pararnos a escuchar qué nos quieren decir y no reprimirlas, ya que después volverán y puede que con más fuerza.
-       Evitar lenguaje catastrofista e imperativos tales como: “Todo me sale mal”, “Debería de haber estudiado más y sacar un 10”. En lugar de eso nos podemos decir “Esta vez no me ha salido”, “Para el próximo examen me pondré a estudiar antes, yo puedo conseguir mejor nota”.
-       No anticipar las consecuencias negativas de lo que nos pasa, si después no son tan malas o directamente no ocurren, has estado pasando un mal rato hasta ese momento sin ninguna necesidad.

Si notas que esas emociones y pensamientos te desbordan y no sabes cómo gestionarlo, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. ¡Estaremos encantados de poder ayudarte!
¡HASTA LA PRÓXIMA!
Laura Alonso Rodríguez
Psicóloga colegiada M-28753

Referencias.
Salovey, P., y Mayer, J.D. (1990). Inteligencia Emocional. Imaginación cognición y personalidad, 9, 185-211.
Goleman D. (1995) Inteligencia Emocional. Ed. Kairos.
Psicología y Mente. Diferencias entre las emociones y los sentimientos. Recuperado de: https://psicologiaymente.com/psicologia/diferencias-emociones-sentimientos 

miércoles, 24 de octubre de 2018

CUADERNOS DE LOGOPEDIA: ¿QUÉ ES UNA DISFONÍA? ¿QUÉ HACER CUANDO MI VOZ SE AGOTA?


La voz constituye nuestro vehículo de comunicación con el mundo. A través de ella nos comunicamos, expresamos y transmitimos ideas, sentimientos, emociones y conocimientos. La voz es un acto voluntario y como tal el pensamiento debe seguirlo y controlar su emisión. El sonido generador de la voz se origina por la vibración de las cuerdas vocales, situadas en la laringe. Las cuerdas vocales no son como lo que nos viene a la mente: “unas cuerdas de guitarra”, no, son dos membranas que cuando están abiertas dejan pasar el aire procedente de los pulmones para respirar y cuando se cierran vibran y producen la voz.
Para evitar tener alguna patología en nuestra voz, debemos controlar la respiración, el tono y el volumen a la hora de hablar y cuando falta dicho control o está ausente, se produce una alteración o trastorno en nuestra voz, lo que los logopedas conocemos con el nombre de DISFONÍA. La disfonía es la pérdida del timbre normal de la voz por trastorno funcional u orgánico de la laringe. La AFONÍA es la alteración máxima de la disfonía, lo que denominamos la pérdida total de la voz.
Determinar cómo y en qué grado es patológica una voz no siempre es fácil. Las circunstancias afectivas, emocionales, los factores culturales y estéticos, la edad, el sexo, las exigencias y la autovaloración de la propia voz…son factores que influyen directamente en la estimación de la patología vocal. La hiperfunción vocal (cuando forzamos de manera inadecuada la voz)  es origen de patologías como los nódulos de cuerdas vocales, los pólipos o el edema de cuerda vocal.
Es necesario realizar una exploración física de la laringe en toda disfonía recidivante o que se prolongue más allá de 15 días, sobre todo si existe hábito tabáquico. Puede mostrar la existencia de una tumoración de cuerda vocal. Una forma de disfonía fisiológica es el cambio de voz que se produce en el varón adolescente, que aparece entre los 15 y 18 años.
Los problemas en los niños suelen ser debidos a malformaciones congénitas, como las membranas laríngeas, angiomas o alguna otra alteración más infrecuente. En edades más avanzadas, pueden aparecer papilomas laríngeos, originados por una infección viral. Cuando el niño ya habla, pueden empezar a presentarse alteraciones relacionadas, en la mayoría de los casos, por hiperfunción vocal. En el adulto, la mayoría de las disfonías son causadas por hiperfunción vocal. También puede originarse la disfonía en un trastorno neurológico de la laringe, como puede ser en la disfonía espástica, que se caracteriza por espasmos de la voz que impiden el flujo vocal regular, en el Parkinson o la miastenia gravis, entre otras.

¿Cuáles son los signos y síntomas de que tenemos una alteración en la voz?
Los signos en las disfonías pueden manifestarse de forma aislada o combinados entre sí y es frecuente que coincidan los síntomas con los signos presentes.
Los síntomas referidos más frecuentes son: ronquera, voz monótona, voz temblorosa, episodios de afonía, variaciones en la intensidad, frecuente pérdida de los agudos o sensación de falta de aire al fonar.
Además, el paciente con disfonía suele referir o presentar los siguientes síntomas no fonatorios: tos, picazón, uso del carraspeo para aclarar la voz, sensación de cuerpo extraño al tragar y dolor leve o moderado de garganta al hablar.
La mayoría de las disfonías pueden ser tratadas con reposo de la voz y la modificación de malos hábitos en el uso vocal. El tratamiento de la disfonía originada por procesos infecciosos únicamente requiere reposo de voz y, en ocasiones, antiinflamatorios. El tratamiento de los nódulos y el edema de cuerdas vocales consiste en llevar a cabo rehabilitación logopédica y, en caso de persistir, completar ésta con la extirpación microquirúrgica. En el caso del pólipo de cuerda vocal, el tratamiento fundamental es la exéresis quirúrgica y posterior rehabilitación logopédica.
Si tenéis alguno de estos signos o síntomas, desde nuestro Centro os podemos ayudar con la rehabilitación logopédica que llevamos a cabo. También para consultas o dudas estamos a vuestra disposición.
Es muy importante nuestra labor preventiva y tomar medidas antes de ocasionarnos una patología en nuestra voz, os dejamos unos consejos muy útiles para cuidar la voz (higiene vocal):
* Beber entre seis y ochos vasos de agua al día. Mantener un buen estado de hidratación asegura una óptima lubricación de las cuerdas vocales. Por ello se recomienda reducir el consumo de aquellas sustancias que producen deshidratación, como las bebidas alcohólicas o las que contienen cafeína.
* No fumar. El tabaco produce cáncer de pulmón y garganta, en particular, y en muchos otros órganos. En concreto, da lugar a cambios permanentes en el tono de la voz, su naturaleza y su capacidad.
* No abusar o hacer mal uso de la voz. La voz no es indestructible, por lo que hay que intentar no gritar ni elevar la voz mucho cuando se está en ambientes ruidosos. Si notamos que nuestra garganta se reseca mucho o que la voz se está volviendo ronca, debemos dejar de hablar.
* No aclararse la garganta a menudo. Si carraspea con frecuencia, se recomienda acudir al logopeda, puesto que puede estar causado por reflujo, enfermedades alérgicas y/o de los senos paranasales.
* Dormir lo suficiente. La voz es muy sensible a la falta de sueño. Dormir menos de seis horas produce predisposición a padecer lesiones vocales.

Beatriz Ruiz Hernández
Logopeda
Nº Col. 28/1047.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Junto a ellos


¡Buenos días!
Un miércoles más aquí estamos para leernos y “conocernos”. ..Hoy nos gustaría hablar de un tema que seguro que todos y todas conocemos o, al menos, nos resulta familiar. Nos gustaría ponernos en el lugar de esas personas (niños, niñas, adolescentes…) que presentan una actividad motriz excesiva, es decir, a aquellos que necesitan moverse con frecuencia, a aquellos a los que les cuesta concentrarse o atender…

¿Por qué nos resulta difícil comprender que no pueda parar, que le moleste un ruido…? ¿Somos nosotros los que no podemos entender, ni sabemos cómo gestionarlo? ¿Por qué los responsabilizamos a ellos? Tristeza, rabia, preocupación, frustración…son algunas de las emociones más experimentadas en los padres en estos momentos…. ¿Qué puedo hacer con mi hijo?

Cuando comenzamos a entender las dificultades de nuestros hijos “algo cambia”, cuando comenzamos a entender sus emociones, cómo se sienten o por qué se sienten así…es cuando comenzamos a acompañarles en ese recorrido. Una persona con dificultades (niño, adulto…) no tiene emociones diferentes, es decir, también se sienten tristes, enfadados, frustrados…Por ello, es fundamental, trabajar junto a ellos, siendo imprescindible manejar dichas emociones en la vida cotidiana. Cómo me siento, por qué me siento así…las emociones no deben suponer un obstáculo para el desarrollo de nuestros hijos.

No todos tenemos el mismo carácter, no experimentamos una situación con la misma ansiedad, no nos asustamos ante lo mismo o enfadamos por la misma razón…Entonces ¿por qué “exigimos” a nuestros hijos que mantengan el mismo ritmo? A veces, aquel que tiene dificultades para concentrarse, aquel que presenta una actividad motriz excesiva necesita aprender diferentes recursos o estrategias, saber cómo se siente o por qué se siente de dicha manera y es por ello que vosotros, podéis ayudarlo enseñándole a manejar dichas emociones. Las emociones han de ser expresadas, no desaparecen por arte de magia y, por supuesto, no debemos reprimirlas.

Debemos trabajar su seguridad, su autoestima y tener en cuenta que siguen siendo niños o adolescentes, tal y como decíamos antes, cada uno tiene sus necesidades y su ritmo, por ello no juzguemos…no etiquetemos…y tengamos en cuenta sus necesidades, tengamos en cuenta que es difícil rendir si sus necesidades motrices no han sido satisfechas…como cualquiera de nosotros cuando no estamos bien con nosotros mismos…o ¿alguien da lo mejor de sí mismo cuando experimenta malestar?

No dudéis en consultar con alguien que os pueda orientar, resolver cuestiones o dudas y trabajar con vosotros en este recorrido.

Feliz semana
Ana Madueño
Psicóloga

“Tal vez en lugar de crecer, necesitamos empequeñecernos para mirar aquello que llamamos realidad con los ojos de un niño”
Liz Greene

miércoles, 10 de octubre de 2018

Tengo ansiedad, ¿qué puedo hacer?


Otro miércoles más tenemos entrada nueva en el blog y esta vez es sobre un tema que a todos en mayor o menor medida nos ha afectado en algún momento de nuestra vida: la ansiedad.

¿Qué es la ansiedad?
Entendemos como ansiedad la respuesta mental y física que se produce ante situaciones de peligro. Es una respuesta normal que experimentamos todos ante diferentes situaciones que percibimos o interpretamos como amenazantes tales como una entrevista de trabajo, un examen, hablar en público, antes de una cita importante, etc. Esta emoción puede proporcionarnos una ayuda extra para escapar de esa situación amenazante o darnos una mayor energía para conseguir lo que queremos.
Como podemos observar, entendiéndola así, la ansiedad no es una emoción negativa en sí misma ya que va a depender siempre de tres parámetros muy importantes que son: la intensidad, la frecuencia, y la duración con que sentimos las emociones.

¿Cuáles son los efectos que tiene la ansiedad que debemos conocer?
La ansiedad nos va a afectar en: lo que pensamos (sistema cognitivo), lo que hacemos (sistema motor) y lo que sentimos (sistema fisiológico).

·         Lo que pensamos:
Cuando no somos capaces de controlar la ansiedad tenemos pensamientos como “No voy a ser capaz”, “Esto es horrible”, “No podré soportarlo”, “Me va a dar un ataque al corazón”, “Debo de estar volviéndome loco”. Notamos cómo estos pensamientos pasan por nuestra mente de forma automática, casi como un flash, cuando estamos ansiosos.
Lo que debemos tener en cuenta con estos pensamientos automáticos negativos es que normalmente son irracionales y poco realistas; además de situaciones que en mayor o menor medida seremos capaces de manejar pero que nuestra mente nos está advirtiendo de un peligro mucho mayor del que en realidad tenemos que afrontar.
Saber identificar, cuestionar y modificar este tipo de pensamientos puede ayudarnos a manejar la ansiedad.

·         Lo que hacemos:
Cuando existe una situación que nos genera una ansiedad lo suficientemente intensa puede ocurrir que tendamos a evitar. Podemos así no presentarnos a un examen, no salir solo de casa ni hablar con gente desconocida, entre otras diversas situaciones que podemos intentar evitar si nos generan ansiedad. Esto se hace porque pensamos que no va a salir bien, que vamos a hacer el ridículo o que va a tener consecuencias negativas que no podremos controlar; interpretándolo como una amenaza.
En el momento de evitar la situación nos sentimos mejor ya que experimentamos un alivio inmediato de esa ansiedad que estábamos sintiendo al anticipar esa situación que nos produce malestar. Sin embargo, a largo plazo la evitación siempre empeora el problema ya que se produce una asociación directa de la ansiedad con aquello que evitamos, haciéndose la pelota mucho más grande y siendo cada vez más difícil de afrontar.
Por otro lado, tener ansiedad también nos generará otro tipo de comportamientos tales como tics nerviosos haciéndonos por ejemplo mover la pierna o el boli en la mesa muy deprisa, aumentar el consumo de tabaco, puede hacer que aumente nuestra ansia por comer o todo lo contrario, que nos cierre el estómago y no nos entre bocado; entre otros. Darse cuenta de estas conductas puede hacernos sentir aún más ansiosos.
·         Lo que sentimos:
Existen muchos síntomas físicos de ansiedad            que surgen como una forma de preparar al cuerpo para afrontar una supuesta amenaza. Estos síntomas son muy desagradables y, muchas veces, aparecen sin una razón aparente pudiendo llegar a  pensar que padecemos algún problema físico grave, pero la verdad es que estos síntomas no son peligrosos.
Como principales síntomas físicos que podemos experimentar cuando sentimos ansiedad son: tensión muscular, opresión en el pecho pudiendo llegar a sentir que nos falta el aire o hiperventilar, estómago revuelto y malestar, dolor de cabeza, visión borrosa, sequedad de boca, palpitaciones, sudor en las manos, entre otros.

Desde el Gabinete de psicología y logopedia de CES EDUCA queremos informaros cada semana de temas que os resulten de interés y que os puedan ser útiles en vuestro día a día. Como ya hemos dicho anteriormente, creemos que la ansiedad es una emoción que a todos nos ha afectado en algún momento y que es importante saber identificarla y tener herramientas para gestionarla.

Por esto, si os habéis sentido identificados con este post y habéis sentido o sentís que en algunos momentos estáis desbordados, la ansiedad os puede y no sabéis cómo gestionarla desde el Gabinete vamos a impartir un programa de intervención grupal de Gestión de Ansiedad para adultos en el que trabajaremos directamente esta emoción y os dotaremos de esas estrategias necesarias para el manejo de la misma.
¡FELIZ SEMANA!
Laura Alonso Rodríguez
Psicóloga colegiada M-28753
Referencias:
García Herrera J.M y Nogueras Morillas E.V. (2013). Guías de autoayuda. Comprendiendo la ansiedad. Servicio Andaluz de Salud. Conserjería de Salud y Bienestar Social. Junta de Andalucía.

miércoles, 3 de octubre de 2018

PERIODO DE ADAPTACIÓN

PERIODO DE ADAPTACIÓN
¡Es miércoles, así que…volvemos a estar por aquí!
Hoy os traemos la respuesta a varias preguntas que seguro que os hacéis cuando se empieza un nuevo curso. Sí, es verdad, ya estamos en octubre…pero, ¿Nos hemos dado cuenta ya de qué es y lo que implica el período de adaptación?                                                                            Y…sobre todo, lo más importante: ¿Por qué es tan difícil para los más peques de la casa?
¡Os lo contamos a continuación!
¿QUÉ ES EL PERIODO DE ADAPTACIÓN?
Al iniciarse en la escuela infantil, el niño necesita un periodo de tiempo para asimilar los diferentes cambios a los que de repente se tiene que enfrentar. Este periodo de cambios implica pasar de un entorno conocido, a un entorno en el que el ambiente es totalmente diferente y nuevo para él.
Esto supone un gran esfuerzo para el niño, mediante el cual finalmente conseguirá aceptar internamente esta separación del entorno familiar.
¿QUÉ LE PASA A MI HIJO?
Durante este período el niño puede manifestar sentimientos de pérdida y ganancia, es decir:

v  Por un lado, experimenta emociones positivas, al disponer de un espacio adaptado a ellos y lleno de juguetes en el que tiene la oportunidad de hacer nuevos amigos.

v  Por otro lado, experimenta emociones más difíciles de aceptar, pasando por un sentimiento de angustia a la hora de separarse por primera vez de sus papás, dejando de ser el protagonista para formar parte de un grupo en el que tiene que compartir la atención que recibe.

¿QUÉ COMPORTAMIENTOS MANIFIESTA?
Estos cambios pueden producir regresiones y es frecuente que los comportamientos que ya había superado anteriormente vuelvan a manifestarse, es decir, es frecuente que los niños vuelvan a chuparse el dedo, a hacerse pis, a demandar mayor atención de la que están acostumbrados…
También es común que el niño exprese sentimientos a través de manifestaciones conductuales indirectas:
v  A través de cambios físicos, como por ejemplo: vómitos, diarreas, alteraciones del sueño…
v  Cambios en su conducta como mostrar agresividad e inhibición, siendo frecuentes las rabietas.
¿QUÉ PODEMOS HACER COMO PADRES?
v  Debemos ser positivos.
v  Mantener una actitud de seguridad y confianza en los educadores y en nosotros mismos.
v  Respetar las normas y reforzar el trabajo educativo.
v  Colaborar con la escuela.
v  Evitar las comparaciones.
v  Ofrecer apoyo, ayuda y afecto al niño/a.
v  Asistir de forma continua empezando por pocas horas que irán aumentando progresivamente.
v  Procurar que las despedidas sean cariñosas pero breves, evitando gestos de preocupación o pena.

*Recuerda: lo primordial es el bienestar del niño y es muy importante hacer todo lo que esté en nuestras manos para conseguirlo, respetando siempre su ritmo y teniendo presente sus sentimientos y emociones.
                                                                                                            

                                ¡Feliz Semana

Alicia Jiménez
Educadora y Maestra de Infantil