jueves, 26 de mayo de 2016

LAS EMOCIONES…¿QUÉ SON?

Día a día sentimos emociones, tú, tu compañero de trabajo, tu familiar….todos, tanto positivas como negativas…Pero… ¿Cómo las reconocemos? Es importante reconocerlas tanto en nosotros como en los demás, ser conscientes que sentir cualquier emoción es normal y para ello es importante conocerlas.
¿Qué entendemos por emoción? Se trata de un sentimiento que experimentamos ante una situación concreta. Es una respuesta que posee tres componentes: por una parte el físico o fisiológico (por ejemplo la forma que tenemos de respirar), el conductual (la acción de reír, llorar…) y el cognitivo (los razonamientos o justificaciones que hacemos de nuestro comportamiento cuando experimentamos distintas emociones que afectan a nuestro estado de ánimo como la alegría, sensación de indefensión…).
¿Elegimos siempre la opción que más nos conviene o “nos dejamos llevar”? ¿Podemos ser  siempre en nuestras elecciones objetivos? La mayoría de las decisiones que tomamos están influenciadas por las emociones que sentimos, teniendo éstas una función adaptativa.
Es aquí donde la Inteligencia Emocional juega un papel fundamental,  la podemos definir como la capacidad que tenemos para reconocer, comprender y reconducir las emociones y los sentimientos, tanto los propios como los demás.
La Inteligencia Emocional implica la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud; la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual‖. (Mayer y Salovey, 1997, p. 10).
Desde que somos pequeños, desde los primeros años de vida, se debe aprender a manejar las diferentes emociones. Dar a los niños un espacio donde en los que les podamos transmitir y enseñar a través del juego a reconocer, expresar y manejar adecuadamente sus emociones, el juego posee un gran valor educativo, les ayuda a comparar, a descubrir, a representar…
Motivarles, reconocer y valorar sus esfuerzos, apoyarles, darle confianza en sí mismo y sus posibilidades, hablar con ellos, enseñarle a ponerse en el lugar de los demás, animarle a expresar cómo se siente…son algunas de las claves para desarrollar la inteligencia emocional de los más pequeños de la casa.
Durante el mes de Junio haremos unos Talleres sobre Inteligencia emocional donde podréis asistir junto a vuestros hijos/as y juntos ¡aprenderemos!

“El medio mejor para hacer buenos
a los niños es hacerlos felices”
Oscar Wilde
Ana Madueño

Psicóloga 

jueves, 12 de mayo de 2016

Escuchar…y que nos escuchen

El diálogo…el modo que tenemos de dirigirnos unos a otros, la manera en la decimos las cosas, las palabras que escogemos, el tono que utilizamos…
Partimos del hecho de que todas las opiniones merecen respeto puesto que la persona que las dice es digna de lo mismo. A priori parece sencillo…pero no resulta tanto…cuando nos enfadamos tendemos a gritar, a no escoger las palabras más adecuadas…y a no entendernos. Para poder entendernos necesitamos serenidad, tranquilidad y hablar de la manera más pausada o relajada posible.
¡Un ejemplo con el que todos nos podemos sentir identificados! Cuando tenemos un problema, una preocupación o algo que nos angustia, nos sentimos mejor si podemos compartir esa preocupación con alguien que nos entiende, que es capaz de ponerse en nuestro lugar…Sin embargo que nos digan “Lo que tenías que haber hecho….” “Has actuado mal, no te dejes….haz….” no nos ayuda tanto puesto que lo que realmente necesitamos es ayuda y COMPRENSIÓN por parte de quien escucha.
¡Ese modo de dialogar es posible! Ya sea en casa, en el trabajo, con amigos, familia…Respetar el turno de palabra, dejar que nos cuenten e intentar comprender a la otra persona nos permitirá a su vez que ellos hagan lo mismo cuando somos nosotros los que hablamos.
Contar lo que nos afecta o lo que nos preocupa evita ese malestar que tenemos cuando silenciamos los problemas, dándole vueltas a lo que nos angustia y no somos capaces de superar. Callarse los problemas no es la solución, no los evita y mucho menos desaparecen por si solos…Tendemos a pensar que cuando no hablamos de un problema o una preocupación lo superaremos….nos sentiremos mejor al no revivirlo…pero… ¡resulta una falsa creencia! Siguen ahí….pero nosotros mismos tenemos la clave para superarlos, para saber enfrentarnos a esas angustias y preocupaciones…para pedir ayuda…para escuchar y ser escuchados.

 Cuando pierdas, no pierdas la lección
Dalai Lama.
Ana Madueño

Psicóloga